Desde que comenzó toda la cruzada de la unión civil, solo he discutido el asunto con algunos amigos míos, con los que además comparto muchas ideas. Hemos discutido sobre los argumentos de los "católicos", de Cipriani y de los homofóbicos, y en todos hemos encontrado una inconsistencia grave, preocupante y molesta.  

Yo estudié en un colegio religioso y estoy casi segura que uno de los primeros conocimientos profundos y espirituales en mi vida estuvieron ligados a la religión católica, mis padres son católicos practicantes (sí, no de esos que dicen serlo y se golpean el pecho solo en la iglesia y al salir son la peor escoria del país) y he estado rodeada toda mi vida por personas creyentes a pesar de yo no creer en las normas ni mandamientos de la Iglesia. Por eso, justamente por eso, es que no he entiendo en qué momento se les encogió el cerebro a los peruanos.

Siempre supe que éramos muy malos jugando al futbol, eligiendo presidentes, congresistas y alcaldes, pero nunca había caído en cuenta lo retrógrados y miedosos que podemos ser cuando se trata de crear, aprobar o fomentar cambios realmente importantes para nuestra sociedad y calidad de seres humanos.

Todos los católicos hipócritas de este país se están arrancando las vestiduras hace ya regular, eso lo sabemos todos, pero no fue hasta hoy que me choqué con un acto de intolerancia y escasez mental que generó en mi una indignación particular.

Resulta que los miembros de este grupo que va en contra de la unión civil, llamados –creativamente claro- “Unión Civil NO”, se les ocurrió hacer unos videítos interactivos donde te explican, clara y sesudamente, porqué la ley de la Unión Civil, promovida por Carlos Bruce, NO debería hacerse realidad.

Este material no solo es ofensivo para los homosexuales, sino para todos aquellos que estamos a favor de que las personas sean felices como mejor les parezca, con los mismos derechos que tenemos todos.

Hasta donde yo sé, los homosexuales no son ciudadanos diferentes, no están eximidos de ningún impuesto, no son catalogados como “ciudadanos de segunda clase” –aunque ninguna persona debería ser catalogada así-, ni son extraterrestres. Y, por otro lado, los heterosexuales no somos superiores a absolutamente nadie. Entonces, ¿por qué no les dejamos tener los mismos derechos? ¿Por qué hablamos de la familia, de la visión “tradicional” de esta y de que ellos rompen con esa “visión”?

Según estos ilustrados ciudadanos miembros de Unión Civil NO, la familia está conformada por un padre y una madre, no por dos padres, dos madres. Entonces, les pregunto, ¿qué pasa con las madres solteras? ¿Ellas acaso no tienen una familia? ¿Ellas cuando tienen la ayuda de su madre –o sea la abuela- no está formando una familia con DOS madres?

Otro argumento que utilizan es que los niños no deberían ser adoptados por los homosexuales porque ellos eligieron no tener hijos al ser homosexuales. No señores, ellos eligieron amar a alguien de su mismo sexo, no dejar de tener hijos. Ellos son tan capaces como cualquier otro de tener, criar y educar hijos. Al fin de cuentas, hasta donde yo sé, si una persona es criada con amor y un buen ejemplo, con personas confiables, honestas, respetuosas y educadas no tendría porque salir “mal” ese niño ¿no?

Dirán que es antinatural, que no es seguro, que rompe con lo establecido por la naturaleza… bueno, en realidad rompe mas con la naturaleza que un padre viole a su hija, que la madre calle y no le diga nada al padre cuando manosea a su hija menor en su misma cama o que un asesino serial tenga una familia y tenga derecho a casarse una vez que está en la cárcel, ¿no les parece?

Me da vergüenza saber que las personas que tratan de utilizar estos argumentos son peruanas. Pero me avergüenza aún más que luchen con todas sus fuerzas para que los homosexuales no consigan el derecho de unirse civilmente. Yo les pregunto señores, ¿que ellos puedan casarse, unirse civilmente o tener hijos los afecta realmente? ¿Esto va a cambiar sus vidas de forma negativa, les va a quitar trabajo, hijos o dinero? Respondan ustedes mismos, respondan con sinceridad, con una mano en el pecho y dense cuenta que su lucha está guiada por un fanatismo hipócrita que no tiene pies ni cabeza.